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La blefaroplastia es una cirugía que se realiza para corregir el exceso de piel, grasa en los párpados superiores o inferiores. Con el tiempo, estos tejidos se vuelven laxos, generando una apariencia cansada, disminución del campo visual o bolsas debajo de los ojos.

El procedimiento consiste en realizar una incisión muy fina en el pliegue natural del párpado superior o justo debajo de las pestañas en el inferior, a través de la cual se retira o redistribuye el exceso de tejido. Se sutura con pu

La ptosis es el descenso anormal del párpado superior, que puede interferir con la visión y dar una apariencia asimétrica. Generalmente se debe a una debilidad o desinserción del músculo elevador del párpado.

La cirugía consiste en reinsertar o acortar el músculo elevador o en casos severos, conectar el párpado al músculo frontal mediante una banda. Se realiza bajo anestesia local con control intraoperatorio para lograr la altura adecuada. El objetivo es restaurar la función y la simetría palpebr

El levantamiento de cejas, busca elevar las cejas caídas que producen un aspecto envejecido o triste y que pueden contribuir al exceso de piel sobre el párpado superior.

El procedimiento puede hacerse de forma mínimamente invasiva o mediante incisiones ocultas en la línea del cabello o ceja. Se reposicionan los tejidos y se fijan los músculos frontales. El resultado es una mirada más abierta y rejuvenecida, manteniendo la expresión natural.

El lagoftalmos es la incapacidad para cerrar completamente los párpados, generalmente por parálisis facial. Esto expone la córnea al aire, causando resequedad o úlceras.

Para tratarlo, se coloca una pequeña pesa de oro o platino dentro del párpado superior, la cual ayuda a cerrarlo por gravedad. La cirugía se realiza bajo anestesia local, con una incisión mínima en el pliegue palpebral. Es un procedimiento reversible, seguro y funcional.

El entropión es cuando el borde del párpado se invierte hacia el ojo (adentro), haciendo que las pestañas rocen la córnea, lo que causa irritación y daño ocular.

La cirugía busca revertir la posición del párpado, tensando o reposicionando los músculos y tejidos palpebrales. Se realiza bajo anestesia local y sedación, con puntos estratégicos que devuelven el borde a su posición normal. El alivio de los síntomas es inmediato.

El ectropión es lo contrario del entropión: el párpado, generalmente inferior, se gira hacia afuera, dejando expuesta la conjuntiva y causando lagrimeo constante.

La corrección quirúrgica consiste en acortar y reposicionar el párpado para devolverle su tensión normal, mediante pequeñas incisiones en el canto lateral. El objetivo es proteger el globo ocular y mejorar la lubricación natural.

Este procedimiento se utiliza para eliminar pestañas que crecen hacia el interior (triquiasis) y rozan la superficie ocular.

Con una aguja muy fina conectada a corriente eléctrica, se destruye el folículo piloso de cada pestaña afectada. Es un procedimiento ambulatorio, preciso y evita que el pelo vuelva a crecer, protegiendo la córnea de lesiones.

Las lesiones palpebrales pueden ser benignas (como quistes o verrugas) o sospechosas de malignidad.

La cirugía se realiza bajo anestesia local, extirpando cuidadosamente la lesión y enviándola a análisis histopatológico si es necesario. En casos mayores, se reconstruye el párpado con colgajos o injertos, preservando la función y la estética.

La retracción palpebral ocurre cuando el párpado está más bajo o más alto de lo normal, dejando parte del ojo expuesto. Puede deberse a cirugía previa, cicatrices o enfermedades tiroideas.

El tratamiento quirúrgico busca reposicionar el párpado liberando las adherencias y, si es necesario, colocando injertos de tejido (como mucosa o cartílago) para restaurar la altura normal. Mejora la protección ocular y la apariencia.

El xantelasma es una acumulación de grasa amarillenta debajo de la piel del párpado, frecuentemente en personas con colesterol elevado.

Puede eliminarse con cirugía, láser o técnicas químicas, dependiendo de la profundidad. Es importante controlar los niveles lipídicos para evitar su reaparición. El procedimiento mejora tanto la estética como la salud cutánea.

La blefaritis es una inflamación crónica de los bordes del párpado, causada por bacterias, disfunción de glándulas o problemas de piel como la rosácea.

El tratamiento no es quirúrgico e incluye higiene palpebral diaria, compresas tibias y, en algunos casos, antibióticos o lágrimas artificiales. Mantener una rutina de limpieza mejora notablemente los síntomas y previene complicaciones.

El orzuelo es una infección aguda y dolorosa de una glándula del párpado; el chalazión, en cambio, es una inflamación crónica y no infecciosa del mismo origen.

Ambos pueden tratarse con compresas calientes y pomadas antibióticas, pero si persisten, se realiza una pequeña incisión interna para drenar o extirpar el nódulo, bajo anestesia local.

El blefaroespasmo es una contracción involuntaria y repetitiva de los músculos de los párpados, que puede llegar a impedir la apertura ocular.

El tratamiento inicial se realiza con inyecciones de toxina botulínica (Botox) que relajan los músculos. En casos resistentes, puede requerirse cirugía para debilitar selectivamente los músculos orbiculares.

La triquiasis es el crecimiento anómalo de pestañas hacia el globo ocular, sin alteración del borde palpebral.

Se trata mediante electrolisis, crioterapia o extracción mecánica de las pestañas afectadas. Es importante identificar la causa, que puede ser inflamatoria o cicatricial, para evitar recurrencias.

En la disquiasis, las pestañas nacen de glándulas meibomianas anómalas dentro del borde palpebral, lo que provoca roce constante con la córnea.

El tratamiento suele ser quirúrgico o con láser, eliminando los folículos ectópicos para proteger la superficie ocular. Es más complejo que la triquiasis, ya que el origen piloso es anormal.

La ptosis de pestañas se refiere a la caída anormal del margen de las pestañas, que adopta una dirección hacia abajo, afectando la estética y, a veces, la visión.

Puede deberse a debilidad del músculo elevador o laxitud del párpado, y se corrige con una cirugía similar a la blefaroplastia, reforzando la tensión del borde palpebral. El resultado es una apariencia más natural y armónica.

Los tumores orbitarios son crecimientos anormales dentro de la cavidad donde se ubica el ojo. Pueden ser benignos o malignos y causar síntomas como exoftalmos, dolor, baja visión o dificultad para mover el ojo.

El tratamiento suele incluir una orbitotomía para retirar el tumor y, según el diagnóstico, puede complementarse con radioterapia o quimioterapia.

La cavidad anoftálmica es el espacio que queda tras perder el globo ocular. La cirugía busca reconstruirla para colocar un implante que permita usar una prótesis estética y funcional. 

Se ajustan los tejidos blandos y se coloca un implante biocompatible cubierto con tejidos del paciente. El objetivo es lograr simetría facial, buena movilidad de la prótesis y mayor confort estético y emocional.

Los implantes orbitarios personalizados son dispositivos hechos a medida con tecnología 3D para reemplazar volumen perdido en la órbita. Se diseñan con imágenes tomográficas del paciente para lograr un ajuste exacto.

En la cirugía se colocan mediante una pequeña incisión, asegurando su estabilidad. Este método mejora la simetría facial, el movimiento de la prótesis y reduce complicaciones, ofreciendo resultados más naturales en la reconstrucción orbital.

La descompresión orbitaria es una cirugía usada en la orbitopatía tiroidea para crear más espacio dentro de la órbita, reducir la protrusión del ojo y aliviar presión sobre el nervio óptico.

Consiste en retirar parte de las paredes óseas o grasa orbital para reposicionar el globo ocular. Se realiza por vías transconjuntivales o endoscópicas y ayuda a mejorar la visión y la apariencia del paciente.

Las fracturas orbitarias ocurren por traumatismos y suelen afectar el piso o la pared medial de la órbita. Pueden causar enoftalmos, visión doble y dificultad para mover el ojo.

El tratamiento consiste en recolocar los fragmentos óseos y reconstruir la pared con placas o mallas, generalmente mediante incisiones pequeñas. El objetivo es restaurar la anatomía, proteger el ojo y recuperar la función visual y la apariencia facial.

La extirpación de tumores orbitarios es una cirugía que se adapta al tamaño y ubicación del tumor, usando abordajes transconjuntivales, laterales o transcraneales según la profundidad.

Se realiza con microscopio y navegación por imágenes para retirar el tumor sin dañar estructuras importantes. La muestra se envía a estudio. El objetivo es preservar la visión y obtener un buen resultado estético.

a dacrioplastia con globo es un procedimiento mínimamente invasivo para tratar obstrucciones parciales del conducto lagrimal. Se introduce un catéter con un globo que, al inflarse, dilata el canal.

Se realiza con anestesia local y control endoscópico, sin incisiones externas. Su objetivo es restaurar el flujo de lágrimas y reducir el lagrimeo, siendo especialmente útil en obstrucciones leves o moderadas.

La DCR abierta es una cirugía que crea un nuevo canal entre el saco lagrimal y la nariz cuando la vía lagrimal está totalmente obstruida.

Se realiza mediante una pequeña incisión, se retira parte del hueso y se une el saco con la mucosa nasal para permitir el drenaje. A veces se coloca un tubo de silicón temporal. Es el tratamiento estándar en obstrucciones crónicas y ofrece muy buenos resultados.

La puntoplastia es una cirugía para corregir el estrechamiento del punto lagrimal, cuya obstrucción causa lagrimeo constante.

Consiste en ampliar esta pequeña abertura mediante una microincisión o dilatadores. Es un procedimiento rápido, con anestesia local, que mejora el drenaje de lágrimas y puede combinarse con otras técnicas de la vía lagrimal.

La cirugía del sistema lagrimal incluye diversas técnicas para restaurar el drenaje de las lágrimas en casos de obstrucciones congénitas, traumáticas o inflamatorias.

Puede involucrar sondaje, intubación, DCR o reconstrucción canalicular. Su objetivo es recuperar la función lagrimal, disminuir el lagrimeo y prevenir infecciones. Se realiza con instrumental microquirúrgico y un conocimiento detallado de la anatomía nasolagrimal.

Este procedimiento busca restaurar la anatomía y función de la superficie del ojo cuando ha sido dañada por traumatismos, quemaduras, infecciones o enfermedades autoinmunes.

Se emplean técnicas como injertos de membrana amniótica, trasplante conjuntival o limbar. Estas permiten regenerar tejidos y mejorar la lubricación ocular. Es fundamental para preservar la visión, reducir el dolor y mejorar la calidad de vida del paciente.

La sección canalicular ocurre cuando se corta el pequeño conducto que transporta lágrimas del ojo al saco lagrimal, generalmente por traumatismos palpebrales.

La reparación debe hacerse lo antes posible mediante microcirugía.

Se utiliza una sonda o tubo de silicón para mantener el canal alineado mientras cicatriza. Esta intervención evita la obstrucción permanente y restaura la función de drenaje natural del sistema lagrimal.

Consiste en introducir un tubo delgado de silicón dentro de la vía lagrimal para mantenerla permeable. Se usa en obstrucciones parciales o tras reparaciones canaliculares.

El tubo se mantiene por varias semanas o meses, permitiendo que el canal cicatrice correctamente sin volver a cerrarse. Es un procedimiento ambulatorio y bien tolerado, fundamental en la cirugía reconstructiva lagrimal.

El sondaje es un método diagnóstico y terapéutico que se usa principalmente en niños con obstrucción congénita del conducto nasolagrimal.

Se introduce una sonda metálica fina por el punto lagrimal para abrir el trayecto obstruido hasta la nariz. En la mayoría de los casos, el procedimiento restaura el drenaje normal de lágrimas sin necesidad de cirugía mayor.

La conjuntivodacriocistorrinostomía es una cirugía indicada cuando las vías lagrimales están completamente dañadas o ausentes. Se crea un nuevo canal desde la conjuntiva directamente hacia la cavidad nasal.

Se inserta un tubo de vidrio (tubo de Jones) que mantiene la comunicación entre el ojo y la nariz, permitiendo el paso de lágrimas. Es una técnica compleja, pero muy efectiva en casos donde las reconstrucciones convencionales no son posibles.

Engloba procedimientos para mejorar la apariencia del área peri ocular, corrigiendo exceso de piel, arrugas o asimetrías. No sólo tiene fines estéticos, sino también funcionales.

Entre ellas se incluye la blefaroplastia o el lifting de cejas. Se realizan bajo anestesia local, con incisiones mínimas y resultados naturales. Buscan rejuvenecer la mirada y armonizar la expresión facial sin alterar la identidad del paciente.

En oculoplástica, la alopecia se aborda especialmente en cejas o pestañas, donde puede deberse a traumatismos, cirugías previas o enfermedades.

Se utilizan técnicas de microinjerto capilar o trasplante folicular, en las que se reubican folículos pilosos del cuero cabelludo a la zona afectada. Esto permite recuperar la densidad y forma natural del vello facial, con resultados estéticamente satisfactorios y permanentes.

La toxina botulínica se usa para relajar músculos faciales responsables de arrugas dinámicas, como patas de gallo o líneas frontales. También tiene aplicaciones terapéuticas en blefaroespasmo.

Se aplica mediante micro inyecciones precisas en los músculos específicos, bloqueando temporalmente la liberación de acetilcolina. Su efecto dura de 4 a 6 meses, brindando un aspecto rejuvenecido y descansado sin necesidad de cirugía.

El injerto de grasa utiliza tejido graso del propio paciente (extraído por liposucción) para rellenar áreas deprimidas o con pérdida de volumen facial.

Tras un proceso de purificación, la grasa se inyecta cuidadosamente en párpados, mejillas o sienes. Es biocompatible, natural y duradero. Además de mejorar el contorno facial, estimula la regeneración tisular gracias a las células madre contenidas en el tejido adiposo.

El injerto dermograso combina piel y grasa, utilizado especialmente para reconstruir cavidades anoftálmicas o párpados retraídos.

Se obtiene generalmente del área glútea o abdominal y se coloca quirúrgicamente para restaurar volumen y soporte. Este tipo de injerto proporciona resultados estables y naturales, siendo muy útil en cirugías reconstructivas o secundarias.

La revisión de cicatrices busca mejorar la apariencia o funcionalidad de una cicatriz previa mediante técnicas quirúrgicas o láser.

Dependiendo del tipo de cicatriz, se puede resecar, reorientar o suavizar el tejido cicatricial. El objetivo es integrarla mejor con la textura y el color de la piel circundante, logrando resultados más estéticos y armónicos.

Tras la resección de tumores cutáneos en párpados o región periocular, es necesario reconstruir el defecto resultante para preservar la función y estética ocular.

Se emplean colgajos locales, injertos de piel o técnicas microquirúrgicas. La planificación debe considerar tanto la protección ocular como la simetría facial. Es una cirugía de precisión que combina conocimiento oncológico y estético.

Los rellenos dérmicos se aplican para corregir surcos, arrugas o pérdida de volumen facial. Los más usados son de ácido hialurónico, sustancia natural del cuerpo.

Se inyectan en planos específicos de la piel mediante agujas finas, logrando una apariencia rejuvenecida inmediata. Su efecto es temporal, de 6 a 12 meses, y mejora la hidratación y firmeza del tejido tratado.

Los bioestimuladores son sustancias que activan la producción natural de colágeno y elastina, mejorando la firmeza y textura de la piel con resultados progresivos.

Se aplican mediante inyecciones en zonas faciales flácidas o con pérdida de elasticidad. A diferencia de los rellenos, no aportan volumen inmediato, sino que estimulan la regeneración dérmica a largo plazo. Son ideales para rejuvenecimiento facial integral.